sábado, 14 de mayo de 2011

LAS SEÑORITAS DE AVIÑÓN

Picasso comenzó a trabajar en las Señoritas de Aviñón a finales de 1906 y la concluyó seis meses después, en el verano de 1907. Realizó numerosos dibujos y bocetos previos a la ejecución final del cuadro, pues en principio lo concibió como una escena de un burdel del carrer d'Avinyó, en Barcelona y, quizá, como un homenaje a su amigo Ramón Casagemas, que se había suicidado. De hecho, en los bocetos iniciales, además de las mujeres desnudas, había un marinero en el centro y otro hombre, con una calavera en la mano. En la composición definitiva desaparecieron los hombres y sólo quedaron cinco mujeres del prostíbulo de la calle Avinyó. El tema no era nuevo; lo novedoso fue la manera en que el pintor lo llevó a cabo.
Con esta obra Picasso se alejó de los temas y el lenguaje plástico de sus épocas azul  y rosa para inspirarse en el pasado, fundamentalmente en el mundo egipcio, en la escultura ibérica, en la pintura románica y en el arte negro. La influencia egipcia es notable en el tratamiento de la obra como un bajorrelieve, en los talles de las figuras y en la representación de los rostros de perfil con el ojo de frente. Las dos mujeres que ocupan el centro tienen un aspecto más clásico, mientras que en las otras tres es evidente la influencia del arte ibérico, especialmente en la mujer de la izquierda, y de las máscaras africanas en las dos figuras de la derecha, cuyos planos cortantes y lineas paralelas en el rostro evocan las marcas de la talla en madera del arte primitivo e introducen un cierto elemento de violencia en una composición carente de carga emotiva o de sentimiento erótico. Picasso despersonaliza las figuras haciendo que las caras parezcan máscaras y plantea una nueva forma, conceptual, para la representación de las cosas. A los pies, en el centro, el bodegón de frutas evoca y recupera en un lenguaje moderno la tradición de las naturalezas muertas españolas del siglo XVII, sirviendo también de nexo entre el cuadro y el espectador. En este cuadro todo se geometriza, los cuerpos tienen perfiles pronunciados con formas agudas triangulares que se facetan en planos yuxtapuestos, como si los hubieran cortado con un hacha. Se rompen las proporciones, y los desnudos así tratados se convierten en una salvaje agresión , cuestionando y destruyendo el ideal de belleza tradicional. La realidad se muestra desde múltiples puntos de vista, con rostros representados simultáneamente de frente y de perfil. Las masas de color se distribuyen de forma aleatoria y, aunque no son tintas planas, tampoco modelan los cuerpos según el modo tradicional. Además, el uso del color es también paralelo a las formas, y así el color se hace más violento donde más  se distorsionan las formas, como se puede apreciar, sobre todo, en la parte derecha del cuadro. El espacio adquiere un nuevo sentido: es un espacio plano que carece de profundidad, en la línea de la pintura románica. Picasso rompe con las leyes de representación renacentista.
Las señoritas de Aviñón constituye un hito trascendental en la historia de la pintura moderna. Con esta obra, Picasso rompió con la visión inmóvil  del Renacimiento y con todas las reglas clásicas establecidas para la concepción del cuerpo femenino, pero sobre todo abrió nuevos e inexplorados caminos en las artes plásticas para la representación de la realidad. Considerado el primer cuadro cubista, marcó el nacimiento de un nuevo lenguaje pictórico.

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